Todo estaba listo. Quedó desde el viernes preparado para recibirlos como se merecen, con ilusión, energía y, sobre todo, mucha alegría.
Cuando llegué al colegio, a las 8:20 de la mañana ya estaban allí esperando, con sus mochilas, zapatos nuevos, ropa de estreno, bien peinados y alguna que otra legaña todavía pegada al ojo.
"¡Hola profe!" fue lo primero que dijeron algunos, otros ya se estaban quejando por madrugar y otros simplemente estaban tan dormidos aún que ni siquiera abrieron la boca.
Abrimos la clase y repartimos las mesas, cada uno la suya hasta final de curso, si es que no se despistan de saber cuál es de cada quién. La única que estaba clara era la de N, la benjamina de la clase que entra este curso con 3 añitos. Por supuesto que G y S se sentaron juntos porque son del mismo curso: 2º de primaria, entre dos todo es más fácil. Por otro lado A con R, de 3º, que también siempre se pueden echar una mano. Y por último Y y T que aunque son de 4º y 5º siempre se pueden ayudar mucho y compartir conocimientos. Así los van a conocer mejor, por sus iniciales, y poco a poco se irán haciendo a los cursos en los que están cada uno y las características que les identifica.
Hoy por ser el primer día hemos decidido hacer dos cosas: la primera es hacer que N se sienta bien en el cole y le guste. Ya saben que los alumnos que empiezan por primera vez en el colegio con 3 años tienen un periodo de adaptación. Hay profes que prefieren que lleguen un poco más tarde, otros que se vayan un poco antes y otros que dejan que los padres estén un rato con ellos. Yo soy de éstas últimas. La mamá de N y yo hemos decidido que esté estos primeros días allí en el cole, salga un rato a comprar a la venta, vuelva otro ratito, salga una vez más a "hacer el potaje", etc hasta que se hace la hora de salir. Por cierto, ¡qué gran invento este de la plastilina! N nunca había jugado con ella y cuando vió que se podía romper, aplastar, amasar, hacer bolitas, todo lo que se quisiera con ella y, lo mejor de todo, nadie le regañaba por ello, logró despegarse de mamá y sentarse en su silla a jugar ella sola.
Mientras, con los más grandes, preparamos unas "tarjetas de compromiso". Primero hemos pensado en algo que nos cueste mucho hacer, ya sea del cole o de casa (ayudar a mamá a fregar los platos, hacer la tarea sola, hablar menos en clase...) y luego lo hemos escrito en unas tarjetitas, bien adornadas, que hemos colgado de un cordón que he puesto de lado a lado de la clase, que habrá que subir porque los profes un día de estos nos vamos a quedar colgados si nos despistamos... Bien, una vez terminadas las tarjetas decidimos pintar unas trabas de tender con los colores que le gusta a cada uno y las adornamos con purpurina. N también participó de estas actividades, mamá la había dejado un ratito mientras entre ella y yo hacíamos su tarjeta. Su compromiso: "Divertirme mucho en el cole".
Y tocó el momento de colgar el cordón. "Maestra ¿cómo lo vas a colgar?" "Fácil, subida a una silla y con la grapadora" "Vale, yo te traigo la silla" "¡Y yo la grapadora!" Así que con dos de mis fieles ayudantes me encaramé a la silla y me las apañé para colgar el cordón, que una de dos, o se cae el cordón o un día me veré sin colegio como siga agujereando las columnas. Sin mencionar mi "patosismo" y posible caída de la silla o lo que sea que me sirva para subirme.
Y ya en estas dos boberías casi se ha ido la mañana. Llega el recreo y todos estamos muertos de hambre, tanto trabajo da apetito. Cada uno se come su medio bocata o sandwich y su jugo o batido. Y después de comer, a jugar, como no. A y N se metieron en la "ventita" a comprar y vender. T, Y y G se pusieron a jugar al Mikado, juego chino muy bueno para desarrollar la motricidad fina, pero cuidado si hay niños inquietos, son palos con algo de punta que pueden ser peligrosos.
Al terminar el recreo nos pusimos a hablar un poco de lo que habíamos hecho en el verano, recordamos las normas de clase y todas esas cositas que necesitan ser habladas, y en muchas ocasiones escritas. Y se quejaba de lo corta que fueron las vacaciones "Yo me acuerdo cuando las vacaciones duraban por lo menos 6 meses" decía ella muy convencida. Evidentemente, T, la mayor, tenía la respuesta perfecta "¡Hala, exagerada! Si las vacaciones nunca han durado tanto. Tú date cuenta que si fueran 6 meses no tendríamos vacaciones de Navidad" Respuesta que me sorprendió mucho, ya contaré porqué. Entre tanto yo calladita. Por otro lado A decía muy decidida "Profe, ¿sabes una cosa? quiero empezar ya 3º" a lo que le contesté "Pues espero que tengas el miso ánimo cuando veas los libros", respuesta "ya ví los de Y el año pasado y me gustan, aunque haya que copiar los enunciados". Les juro que me cayó la gota de sudor frío como a los dibujos animados. Y G no hablaba, estaba algo disgustada porque no le apetecía mucho ir al cole, pero poco a poco, como le dijo A.
De resto poco más. Típico papeleo, se te multiplican los dos ojos que tienes por 20 para que no pase nada, juegas un poco cuando tienes que jugar, y eres serio cuando hay que ser serio.
Y con esto y un bizcocho...
No hay comentarios:
Publicar un comentario