viernes, 13 de febrero de 2009

Una de calcetines

Pasados un par de días después del aterístico, llega Y cojeando a clase.
- ¿Qué te pasó? - le pregunté.
- Que tengo una de esas cosas en los dedos y me molestan los zapatos.
- Bueno, pues entonces hoy estarás sentadita y no te estarás moviendo todo el rato y podrán los demás trabajar tranquilos - le dije dando por sentado que era una llaga y con la consiguiente protesta de ella.
Y pasó la mañana. Curiosamente todos trabajamos tranquilos, N con sus fichas y los demás con sus libros. De esos pocos días en los que se puede trabajar porque ha pasado un ángel por el colegio que les ha dado la inspiración para concentrarse y estar más o menos callados o hablando en voz baja. Realmente un milagro.
Y pasan como dos horas o así y se levanta Y a afilar su lápiz. Yo estaba en mi mesa preparando lo que íbamos a hacer después del recreo y veo que Y se acerca cojeando más que al principio del día y entonces me preocupé.
- Pero muchacha, ¿¿qué tienes ahí??
- No sé profe, que me hice una heridita.
- A ver quítate el zapato.
- No puedo.
- ¿Por qué no? - ya me preocupé más pensando que realmente tenía alguna llaga grande o incluso un uñero, que no sería la primera vez.
- Es que.... - y ya no sabía cómo salir del atolladero - es que profe, esta mañana cuándo me levanté todavía estaba algo oscuro y no encendí la luz y estaba media dormida y me puse los calcetines de rayas pensando que eran iguales pero resulta que estas rayas son de un color y estas de otro.
Inmagínense mi situación: yo pensando que la niña tenía un uñero o algo peor en el dedo del pie, visualizando la escena que me estaba describiendo y ella levantando los pantalones dejando ver que efectivamente las rayas de los calcetines eran de distintos colores. No pude aguantarme y me reí.
- Pero Y, eso nos ha pasado a todos, yo también me he puesto calcetines de distinto color, pero no hacía falta que me lo dijeras, yo sólo te había pedido que te quitaras el zapato en el que tenías la herida para curártela y no me iba a enterar.
- Pero profe, es que tengo una herida en cada pie.
- Bueno, no te preocupes, tú quítate un zapato, te curo esa herida y tú te fijas para que te cures la otra.
Cuando terminé de curarle la herida, que era una rozadura que le habían hecho los patines que se puso sin calcetines, fui al baño y allí pude reírme un rato de la escena sin que la niña se sintiera mal. Menos mal que pude guiar la situación sin que los demás se burlaran porque efectivamente....¿quién no se ha puesto calcetines o zapatos de distinto par o salido a la calle con las cholas de casa? El que no lo ha probado no sabe lo que es reírse de uno mismo.
Y con esto y unos calcetines.....

jueves, 12 de febrero de 2009

Una niña con mucha idea

Y esa niña es Y.
Ya he dicho en alguna ocasión que es una niña muy lista y con mucha idea. Cuando le estás explicando algo, es como si vieras a través de los ojillos ese microprocesador trabajando a velocidad vertiginosa, haciendo las conexiones necesarias y precisas para comprender lo que le estás diciendo. A veces es increíble y no puedes evitar reírte al mirarla.
Pues bien, todos hemos tenido momentos de decir una palabra mal dicha, sobre todo cuando esa palabra era larga y difícil de pronunciar. Por ejemplo, a mi sobrina, a una de ellas, cuando era pequeña no le salía la palabra "chocolate" y por más que le repetías "cho - co - la - te" y ella te imitaba, al decirla de una vez volvía a decir "¡cocholate!". Y otro de mis sobrinos, que tenía el juguetito típico de las letras que apretabas la letra y te decía una palabra que empezaba por esa letra y luego te la repetía silabeada, pues la palabra para la "a" era "albaricoque" (es que no habían palabras más fáciles en nuestro idioma para la letra "a") y el pobre niño, cuando la máquina silabeaba, él repetía diciendo "co - co - co - que". Sobran los comentarios al respecto.
Pues algo de esto me pasó con Y el otro día. Les había explicado lo que es el sujeto y el predicado de una oración (el que no se acuerde que repase los apuntes o me pregunte ¡jaja!) y les estaba dictando unas frases para que los señalaran. Y, como maestra exigente que soy, empecé poniendo frases de más fáciles a más complicadas. Pero cuando alguna tenía truco o tenían que estar más atentas, les dije que pusieran un asterisco delante.
- ¿Qué es eso? - preguntó A.
- Pues es esa estrella que hago delante de algunos ejercicios cuando quiero que se fijen - contesté.
- ¡Ah vale! - contestaron T, Y y A a la vez.
Y seguí dictando frases.
Después de dos frases les dije:
- Cuidado también con ésta.
- ¿¿Le ponemos también un aterístico?? - preguntó Y.
- ¿Un qué?
- Un aterístico, eso que dijiste antes.
Ahora era mi microprocesador el que iba a toda pastilla intentando averiguar cuál era esa palabra en argot infantil y traducirla al argot de los mortales.
- ¡Ah! Te refieres a un asterisco.
- Sí, eso eso.
- Sí ponlo, así te fijarás más.
Y con esto y aguantando las ganas de reírme....

miércoles, 11 de febrero de 2009

En clase de plástica

Hola a todos.
Pues en este nuevo año, 2009 claro está, me he propuesto enseñarles a los niños algo diferente en la clase de plástica. Es que es un poco monótono lo de los libros de plástica y en ciertas ocasiones algunos ejercicios son muy complicados si no se les dedica el tiempo correspondiente. Total, este año les voy a enseñar la plástica funcional: usar las reglas para hacer líneas rectas y así saber que existen, usar el compás correctamente sin que salgan elipses en vez de circunferencias, usar láminas de dibujo y, si los planetas no se alinean en mi contra, intentar hacer algún que otro dibujo artístico (sólo yo me meto en estos berejenales, ya lo sé).
Pues bien, a lo que iba. El otro día, explicándoles de dónde salían los colores, por qué se formaba el arco iris y todo eso de colores primarios, secundarios, complementarios, etc, pues me enrollé de tal manera que les pregunté por qué el mar era azul y no rosa, por ejemplo. Dijeron de todo: desde que el agua era azul hasta que era por las algas y los peces. Pero eso no fue lo que me sorprendió. Lo que me dejó patinando fue la respuesta de R (les recuerdo que es un niño con un trastorno general del desarrollo, que le cuesta mucho hablar en voz alta y decir lo que piensa, pero con una memoria fotográfica y retentiva rozando lo prodigioso):
- ¿Nadie sabe por qué el mar es azul? - pregunté por enésima vez.
- Porque el cielo se refleja en él - fue la respuesta de R.
Así mismo me quedé yo: los ojos como platos. Por cierto, cierren la boca que seguro la tienen abierta. Pues bien, después de felicitarle por su respuesta y, obviamente, recuperarme de la sorpresa (más que nada porque habló alto y claro) me tocó explicarles a todos el tema de la reflexión de la luz. Y ahí fue donde se me queda la cara de boba y pensando "¿Cómo les explico yo a estos niños lo que es la reflexión si primero me lo tengo que empollar yo?" Fácil:
- El mar hace como espejo del cielo y enseña el mismo color que tiene el cielo. Pero no se preocupen que cuando sean mayores lo entenderán.
¡¡Sí señor!! Eso es echar balones a otro y lo demás es bobería. Pero al fin y al cabo es verdad. Cuando sean más grandes lo entenderán.
Y con esto y los colores...

martes, 10 de febrero de 2009

De vuelta de todo

Hola de nuevo.
Lo sé lo sé, he estado "algo ausente" y más que un diario esto parece un anuario, pero se hace lo que se puede para solucionarlo ¡jeje!
En fin, en estos meses ha pasado de todo, desde los desastrosos exámenes de los que me niego rotundamente a hablar hasta la preparación de los Carnavales que ya están muy cerquita. Pasando por Navidades, vuelta al cole y, por consiguiente, la batalla constante para que estos chicos aprendan algo de, lo que estoy segurísima, la pizarra ya tiene un doctorado. Y mejor no hablemos de las paredes...
A ver, resumo un fisquito.
Los exámenes y las notas ya se veían venir: algún que otro suspenso y, de momento, van ganando los aprobados, a ver si no varía la cosa.
En Navidades nos reunimos todos los colegios en uno para celebrar juntos las fiestas con actuaciones navideñas de los niños, los maestros nos volvemos locos decorando los colegios, que por cierto este año me olvidé de poner hasta una mísera guirnalda; las madres aplauden orgullosas a sus hijos y, como no, la llegada de Papá Noel. Eso sí, todo bien acompañado de rosquetes, tortillas, empanadas y demás cosas ricas que todos aportamos para un "brindis" después de tanta actuación.
Sólo voy a añadir una cosa: "Yo no quiero ir". Sí, era N que con su kleenex en la mano y aferrada a mami se negaba a subir al escenario a buscar su regalo de Navidad. Eso sí, me tocó a mí ir a buscarlo porque la madre estaba totalmente inmovilizada.
La vuelta al cole y la vuelta a la fregona. Efectivamente N se había olvidado del rollo patatero ese de todos los días ir al cole y vuelve a hacerle chantaje emocional a mami. Pero esta vez ya le tenemos el tranquillo cogido y la pobre se va resignando. Y lo de la fregona viene por lo que todos sabemos: no quiero estar en el cole = donde está mami = empiezo a llorar después del recreo = media hora antes de salir vomito. Parece ser mi sino. Pero bueno, no ha pasado más, lo de vomitar, porque lo de llorar...
Por otro lado la batalla con "los grandes". Parece que S y G van avanzando en su comprensión lectora, cosa que es un alivio, pero ahora empiezan a estudiar las multiplicaciones así que... (esperen que estoy respirando lento antes de seguir porque estoy hiperventilando ¡jaja!) Con T, Y y A ya terminé las multiplicaciones y ¡quién no se ha escondido tiempo ha tenido! con lo cual estoy empezando con las divisiones (¡ay mi madre!) que por ahora parece que las van pillando, déjame no decirlo muy alto. Y R el niño con TGD va mejorando bastante, a su ritmo, eso sí, pero al fin y al cabo mejorando, sobre todo en su actitud hacia los compañeros y hacia mí, que por lo menos ya me da las gracias porque antes "no tenía razón para darlas".
Y bueno, así está el patio de momento. Mañana, si se portan bien, escribiré alguna otra cosita.
Y con esto y fregonas...