Hoy me sentí como "Pato" en la foto que he puesto del perfil. "¡Socorro!" pensé cuando de repente N dijo...
- ¿Y mami?
¡Horror, socorro, qué hago, que alguien me ayude! Después de 6 sobrinos, llorones, malos para comer y más fuertes que el sueño, pensé que estaría preparada para todo. Pero no.
El día empezó bien, a las 8:30, como siempre, entramos a clase y cada uno se sentó en su sitio. N y su mami también, preparada por supuesto para jugar con la plasti y para pintar. Le dí una fichita, tenía que hacer líneas verticales y luego pintar el dibujo que se había formado del castillo. Hasta aquí bien. Me senté con N y entre las dos empezamos a pintar el castillo. Mami tenía que irse pero N se negaba hasta que la convencimos. Tardó 15 minutos hasta la fatídica pregunta...
- Mami fue a hacer la sopa y a buscar a Pocoyo, ella viene ahora - pero ella seguía preguntando por mami.
- ¿Y "none" está mami? - repetía una y otra vez.
Yo le decía que si se ponía a llorar y seguía hablando alto no le haría caso a lo que ella me decía que no estaba llorando, cogía aire profundamente, se limpiaba los ojos y los moquillos con una servilleta y me miraba con aquellos enoooormes ojos diciendo...
- Ya no lloro, ¿ves?
Pero acto seguido volvíamos a empezar. Así hora y media, sí señor, hora y media de llantos, mocos y haciendo tratos para que dejara de llorar. Cuando volvía a empezar le decía:
- ¿Tú estás llorando? - y ella contestaba...
- No, yo no lloro, mira - y la pobre se volvía a restregar la nariz y los ojos con la servilleta. Y así un buen rato.
Mientras, los demás me miraban, nos miraban, en silencio, quedándose con la copla de todo lo que pasaba. Por supuesto los usé un poquito como refuerzo:
- Chicos, ¿quién está llorando? - y todos contestaban...
- ¡N! - y entonces N se callaba otro ratito, cortito eso sí. También les preguntaba...
- Chicos, ¿yo estoy gritando? - y decían...
- ¡No! - y A añadió...
- Y eso que tú puedes gritar muy fuerte profe.
- Es verdad - dijeron los demás. Entonces R dijo...
- Pues N sí está gritando.
- Y, ¿en esta clase se grita?
- No, es un nuevo compromiso para este año - dijo T.
¡Cómo quiero a mis chicos! Gracias a ellos N empezó a entender que no se puede gritar en clase y que lo de llorar no sirve porque no le hacemos caso, a menos, claro está, que te pase algo:
- N, ¿te caíste?
- No.
- ¿Me estoy portando mal contigo?
- No.
- ¿Te picó un bicho?
- No.
- Y, ¿entonces por qué lloras?
- Yo no estoy llorando ¡mira! - y movía los párpados tan rápido que logró que las lágrimas desaparecieran.
Pero... vió aparecer a su madre por la puerta. y vueeeelta a empezar.
- Mira, ya viene mami, me voy a casa con mami.
- No, tú todavía no te puedes ir, cuando dejes de llorar y estés tranquilita recogemos todo y entonces te saco fuera con mami. Tú tranquila que aquí no te vas a quedar, dentro de un momento te vas a casa - para qué fue eso...
- ¡Noooo! ¡Yo quiero que mami entreeee!
- Mami no va entrar porque mami no puede entrar en el cole, y mañana te deja en la puerta conmigo y te viene a buscar a la puerta cuando salgas conmigo.
Y más llanto y más restregones de ojos y nariz hasta que se fue tranquilizando mientras la acunaba en el regazo. Mientras le hablaba en voz muy bajita y empecé a contarle el cuento de la Cenicienta. Así se tranquilizó y se relajó.
Cuando terminé de contarle el cuento ya tenía otra cara. Me ayudó a guardar la plasti que habíamos sacado para intentar dejar de llorar, guardamos la ficha del castillo y le dije:
- Mañana vamos a hacer esta ficha, tú y yo solas, mami no va a estar.
A punto estuvo de llorar pero dijo...
- Vale - tragando nudos y concienciándose que eso iba a ser así, mami no va a estar.
Y no sólo eso, ¡también me dijo que iba a hacer la otra ficha!
- Vale - le dije - hacemos las dos fichas, adornamos con pegatinas tus carpetas nuevas y luego viene mami a buscarte y te vas a casa.
- Vale - dijo con un suspiro entrecortado como diciendo..."¡qué se le va a hacer!"
Así que recogimos, tiramos las servilletas a la basura y colocamos las sillas. Nos despedimos de los demás y la acompañé fuera para que se reuniera con mami. Era feliz. Mañana será otro día.
El resto de la mañana lo dedicamos a terminar de copiar el horario y después del recreo jugamos todos juntos al Mikado y al "Burro contado". Nunca habían jugado y les resultó algo difícil cogerle el truquillo a lo de..."¡Sota, caballo, rey!" Pero al final aprendieron. Jugamos entre todos, sentados en el suelo y aprendimos a respetar el turno, a tener reflejos y no poner la carta cuando no debemos y a reírnos con los profes, que cuando trabajamos mucho, ellos están muy contentos y pueden ser verdaderamente divertidos. En definitiva, es muy importante enseñarles que no sólo estamos para enseñar, mandar tareas y enfadarnos cuando no nos hacen caso. También les ayudamos cuando están angustiados y llorando, somos felices cuando ellos están contentos y nos gusta jugar como al que más.
Y con esto y con mocos...
1 comentario:
Miner, podrias escribir un libro con estas experiencias, para q otras féminas tengan la oportunidad de saber como resolver situaciones difíciles en momentos extremos jejejejeje, muaks. Mari.
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