Pasados un par de días después del aterístico, llega Y cojeando a clase.
- ¿Qué te pasó? - le pregunté.
- Que tengo una de esas cosas en los dedos y me molestan los zapatos.
- Bueno, pues entonces hoy estarás sentadita y no te estarás moviendo todo el rato y podrán los demás trabajar tranquilos - le dije dando por sentado que era una llaga y con la consiguiente protesta de ella.
Y pasó la mañana. Curiosamente todos trabajamos tranquilos, N con sus fichas y los demás con sus libros. De esos pocos días en los que se puede trabajar porque ha pasado un ángel por el colegio que les ha dado la inspiración para concentrarse y estar más o menos callados o hablando en voz baja. Realmente un milagro.
Y pasan como dos horas o así y se levanta Y a afilar su lápiz. Yo estaba en mi mesa preparando lo que íbamos a hacer después del recreo y veo que Y se acerca cojeando más que al principio del día y entonces me preocupé.
- Pero muchacha, ¿¿qué tienes ahí??
- No sé profe, que me hice una heridita.
- A ver quítate el zapato.
- No puedo.
- ¿Por qué no? - ya me preocupé más pensando que realmente tenía alguna llaga grande o incluso un uñero, que no sería la primera vez.
- Es que.... - y ya no sabía cómo salir del atolladero - es que profe, esta mañana cuándo me levanté todavía estaba algo oscuro y no encendí la luz y estaba media dormida y me puse los calcetines de rayas pensando que eran iguales pero resulta que estas rayas son de un color y estas de otro.
Inmagínense mi situación: yo pensando que la niña tenía un uñero o algo peor en el dedo del pie, visualizando la escena que me estaba describiendo y ella levantando los pantalones dejando ver que efectivamente las rayas de los calcetines eran de distintos colores. No pude aguantarme y me reí.
- Pero Y, eso nos ha pasado a todos, yo también me he puesto calcetines de distinto color, pero no hacía falta que me lo dijeras, yo sólo te había pedido que te quitaras el zapato en el que tenías la herida para curártela y no me iba a enterar.
- Pero profe, es que tengo una herida en cada pie.
- Bueno, no te preocupes, tú quítate un zapato, te curo esa herida y tú te fijas para que te cures la otra.
Cuando terminé de curarle la herida, que era una rozadura que le habían hecho los patines que se puso sin calcetines, fui al baño y allí pude reírme un rato de la escena sin que la niña se sintiera mal. Menos mal que pude guiar la situación sin que los demás se burlaran porque efectivamente....¿quién no se ha puesto calcetines o zapatos de distinto par o salido a la calle con las cholas de casa? El que no lo ha probado no sabe lo que es reírse de uno mismo.
Y con esto y unos calcetines.....