Eso le pasó el lunes por la mañana a la pobre N cuando entró en el cole. La recogí en la puerta como de costumbre y le dije que se sentara en su sitio en lo que yo terminaba de poner tareas. Cuando me dí cuenta estaba llorando a moco tendido:
- ¿Qué te pasa N?
- Nada.
- ¿Cómo que nada, entonces por qué estás llorando? Anda ven aquí para que me cuentes.
Se sentó en mis rodillas y se acurrucó en lo que corregíamos en la pizarra las multiplicaciones de la tarea.
Cuando ya estaba más tranquila le pregunté por qué lloraba y me dijo:
- No me acordaba.
-¿De qué no te acordabas N? ¿Te olvidaste que había cole?
- Sí.
- Bueno, no importa, hoy hay cole otra vez y vamos a trabajar y hacer más cosas, pero no llores más.
- Vale.
- ¿Quieres hacer una ficha?
- Sí.
Y nos sentamos las dos en su mesa para hacer la siguiente ficha. Le expliqué lo que tenía que hacer y luego me fui a la pizarra para hacer las multiplicaciones que le había mandado a Y y a T de tarea porque tenían algunas dudas. De repente oigo "Ya" y al virarme la vi con su ficha en la mano y enseñándome lo que había hecho, le dije que esperara un poquito en su mesa que enseguida acababa porque en ese momento no la podía atender. Ella se dio media vuelta, se sentó en su sitio y se cruzó de brazos para esperarme.
Cuando terminé de hacer las multiplicaciones, que por cierto, cuando vayan a hacerlo les aconsejo que usen colores: escriban la operación en tiza normal y le asignen a cada factor un color distinto, así queda cada fila de productos, que luego serán los sumandos de la suma final, de un color distinto y ellos lo reconocen más fácilmente. Ya bastante complicado son las multiplicaciones de factores de más de una cifra como para encima no darles una ayudita extra.
Pues... cuando terminé de explicar las multiplicaciones seguí trabajando con N a quién ya se le había pasado toda la angustia de la mañana.
Pero por otro lado tengo a G y a S. Los dos son de 2º y hoy se pasaron toooodooo el día para leer entre los dos una pequeña lectura y hacer los ejercicios de comprensión lectora. El caso es que en estos días he averiguado cuál ha sido el problema. Resulta que el miércoles estaba el profesor de P.T. que además ese día me da apoyo y me ayuda un poquito con los niños, vamos a llamarle Pp porque lo de Pt me resulta un poco estúpido y es más fácil de mecanografiar. Pues bien, mientras yo trabajaba con N y con A, que no me acuerdo qué le estaba explicando, oigo a Pp que le dice a G lo que tiene que escribir en un ejercicio. Acto seguido vino G y me dijo si se podía cambiar de sitio y ponerse en la misma mesa de Pp y le dije:
- ¿Por qué? para que te diga lo que tienes que poner ¿no?
- No, es que él me ayuda.
- No, Pp no te ayuda, te dice lo que tienes que poner y eso es precisamente lo que no quiero, quiero que tú averigües lo que tienes que poner leyendo tú el enunciado y entendiéndolo. Vete a tu sitio. - Me quedé callada y caí en la cuenta... - Conque así te ayuda mami ¿no? Te dice lo que tienes que poner y por eso en casa haces tantas hojas de tarea y aquí te pasas horas con un ejercicio. Tendré que hablar con mami porque así no te está haciendo ningún favor.
Y respiré hondo porque me dí cuenta que todo el trabajo que había hecho el año anterior enseñándole a leer y entender a la vez se me había ido al suelo. Si ya cuesta enseñarles, la paciencia que hay que tener y la alegría tan grande que sientes cuando lo consiguen, imagínense todo el trabajo, paciencia y alegría tirados a la basura. Y todo por no hacer que el niño o la niña lea un enunciado de una frase y te diga él o ella lo que entiende que tiene que hacer o hacérselo repetir hasta que lo entienda. Eso es fruto de las prisas y no tener la paciencia suficiente para que esa cabecita piense. Nadie dijo que era fácil, pero flaco favor le han hecho a S y a G al hacerles leer pero no pensar lo que han leído. Parece exigente y duro, que quizá pueda serlo al principio, pero sinceramente, es el camino más rápido y eficaz. Además, de buenas maneras, con cariño y con mucho apoyo no parece tan duro. Y ellos también se esfuerzan ya que si no se aburren porque no pueden trabajar al no saber qué hacer. Y lo mejor de todo: la sonrisa que se les pone de oreja a oreja cuando ven que lo han conseguido. Les brilla los ojos, se les ve felices y si encima se lo celebras ya se sienten los reyes del universo.
Así que tendré que dedicarle tiempo a volver a empezar con la lectura pero con el inconveniente que supone enseñarle a un niño que cree saber leer y demostrarle que leer sin entender no sirve de nada. Eso sí es duro y, para mi experiencia, cruel.
Así que a todos los que tengan hijos, sobrinos, hijos de amigos o amigos o familia con hijos, por favor, no les digan a los niños lo que tienen que hacer, que ellos lo averigüen, como un juego de detectives, que lean y si no lo entienden a la primera que no se preocupen, ya lo entenderán a la segunda o a la tercera, que por eso están aprendiendo. Facilitarles las cosas sí, pero no hacerles tan poco capaces de pensar por sí mismos.
Y con este "sermón" me despido, que será hasta dentro de 5 minutos que publique la otra entrada.
Y con esto y cinco minutos....